lunes, 1 de agosto de 2011

El daño que hacemos a los demás

Quisiera compartir este cuento que leí una vez en el Libro "El camino del Líder" de David Fischman

Cuentan que una vez una hijo le comunicó a su padre, que quería ser una mejor persona, y le preguntó como podía lograrlo. El padre le respondió que lo primero que tenía que hacer era ser consciente de sus conductas. Que cada vez que sintiera que había hecho daño a una persona, clavara una clavo en la cerca de la casa. El hijo aceptó el desafío y empezó a tomar mayor consciencia de sus actos. Siguiendo el consejo de su padre, comenzó a poner clavos cada vez que hacía daño, maltrataba a las personas o no las respetaba. Luego de un tiempo el hijo dejó de poner clavos en la cerca, porque ya era consciente de sus actos y trataba bien a las personas. Entonces preguntó a su padre: ¿y ahora qué hago?. El padre respondió diciéndole que por cada acto de bien y servicio que realizase, sacase un clavo de la cerca. El hijo nuevamente aceptó el reto y empezó, poco a poco, a sacar los clavos. Ya estaba despierto, era consciente y además se dedicaba a ayudar a las personas. En poco tiempo logró sacar todos los clavos. Contento se acercó donde su padre, quizá con un poco de soberbia y le dijo: ¡he terminado! ¡Logré sacar todos los clavos! Finalmente he aprendido a ser una mejor persona. Sin embargo, acto seguido le asaltó una duda: ¿ahora qué hago con todos los agujeros que dejaron los clavos en la cerca?. El padre le respondió: "No los toques, están allí para recordarte siempre que en tu camino de aprendizaje dejaste una huella de dolor en la gente y que gracias a su entrega, comprensión y colaboración puedes ser la persona que eres"


Gracias a todas las marcas que he dejado en mi cerca he aprendido y sigo aprendiendo hasta hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario